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ELA CUAVAS

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Montería, 1979.

Licenciada en Español y Literatura de la Universidad de Córdoba. Magíster de la Universidad de Nariño. Sus poemas y ensayos han aparecido en revistas de circulación nacional e internacional. Fue Premio Nacional de Poesía Eduardo Cote Lamus 2018. Dentro de sus libros publicados están: Juntar los huesos (2011), Antología Músicas lejanas (2014), Herida Antigua (2019). Herida Antigua, segunda edición (2020), Antología Después de mi está la luz (2021). Algunos poemas suyos han sido traducidos al alemán por Karina Theurer para la Revista Alba de Berlín. Actualmente se desempeña como docente en el colegio San Isidro en la zona rural de Montería, y es candidata a doctora por la Universidad Pública de Panamá.

A continuación, compartimos una selección de poemas hecha por su autora:

ERA EL AMOR PERO NO PUDE CONTENERLO

por más que mis ojos se empeñaran

en circundar su silencio.

Besé esa frente febril y tierna tantas veces,

aún así, mi fervor no alcanzó para retenerla.

Pero su boca calmó mi sed aquella noche.

Era el amor, pero no pude guardarlo

la madrugada lluviosa de aquel verano.

Era el amor, ese verbo infinito

que aún conjuga mi cuerpo.

LLUVIA EN LA CIUDAD 

 

Puede que esta tarde

llueva otra vez en la ciudad,

y yo me refugie en mi tristeza

tratando de acercar tu labio lejano

a mi labio de agua.

Puede que el patio se llene de hojas

y mi dedo dibuje un ovillo en los cristales.

Que mi pelo se despeñe sobre la almohada

buscando tu pecho;

puede ser que esta noche una flor descolorida

asesine tu recuerdo,

y mi mano, como siempre, trate de unir el hilo roto.

UN MALOGRADO INTENTO ERÓTICO

Dolerá la muerte como este desespero de ti,

pesarán las noches debajo de las derrotadas tumbas,

como este vacío sin ansias,

como esta habitación incendiada de mi deseo

y abandonada por ti.

Quemarán los gusanos en la piel como quema

el recuerdo de tus dedos hurgándolo todo,

buscándolo todo hasta el desespero.

Será la última noche parecida al grito malogrado

de deseo en las tardes lluviosas.

IMPEDIDA PARA ESCRIBIR

ni una sola palabra de amor

porque amar

es hacer el nudo y apretarlo,

y soltarlo si te da tiempo.

Porque amar es poner a girar el reloj

que perdió sus manecillas.

Saciar la sed con una boca

que no es la tuya.

Alimentar a las arañas del insomnio

con tu propia sangre.

Porque me siento incapaz

de escribir una sola palabra de amor

cuando su fuego quema hasta mis manos.

Hago este último e inútil esfuerzo

ya que en tus ojos también veo

ese color que tiene lo fugaz.

ERÓTICA DEL AMOR INTOCABLE

Dibujo tu cuerpo entre las pesadas sábanas que parecen nubes,

cuerpo de niño que no conoce el vaivén de las olas;

tu cuerpo sin tiempo, que espera una noche,

un rayo de sol, un canto de ave

para despertar, para perderse en un vientre,

quizá el mío, o el de la niña que canta a la orilla del mar.

Te busco transparente entre dos músicas lejanas,

desdibujado por el vino, liviano de deseo.

Anclada en la noche te busco, para despertar del sueño.

ALEJANDRA PIZARNIK

Ha amanecido nuevamente,

pero el mundo ya no es lo que antes fue.

Todo está agrietado y disperso como mi alma.

Estoy sentada en una piedra,

solo conservo mi boca y mis mordidas uñas,

lo demás se perdió en el naufragio.

Los peces lo comieron tímidamente.

Leo sin ojos mis poemas,

me las arreglo para que sea memoria mi boca.

¿De qué me servirá mi verbo

en este mundo que me inaugura?

Es como comprar un vestido roto.

Siempre soñé este Apocalipsis conmigo

sobreviviendo a sus sombras.

Ahora debo inventar un nuevo lenguaje

para nombrarme.

Intentaré un canto de ave,

pero aquí no hay aves, tendré que inventarlas.

Pero primero inventaré el bosque.

 

POEMA PARA LA MADRE

Mi madre hilvana mi universo

con su aguja de luz.

Ella reconstruye de noche

lo que de día me roba la tempestad.

Cose mis alas deshechas por los vientos del sur,

remienda mi coraje, mi libertad

y teje cuidadosa su amor

en los rincones de mi cuerpo.

Madre es avezada en estos temas,

son muchos años remendando soledades,

cosiendo con su aguja de punta afilada y dulce

eso sucio que le avergüenza de mí.

Un rumor de seda escucho en la madrugada,

es madre cosiendo mi vestido de bodas

para cuando decida yo abandonar el abismo.

Cuánta luz en la punta de una aguja,

cuánto amor trenzado por sus manos.

Todas las agujas proyectan una luz,

y a veces podemos identificar

de qué universo proviene.

ARTE POÉTICA

Noche a noche me interno en esta casa

de corredores oscuros

donde es preciso aguzar el ojo para no caer.

La lluvia, como música, se despeña sobre mí

y de tanto cantar lloro como una niña extraviada

en mitad del bosque.

En la alta noche crujen los postigos de mi casa;

es el espíritu del árbol que ha despertado

reclamando toda su savia.

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